miércoles, 26 de abril de 2017

Anti-romance





He crecido en un mundo donde el romance y el amor ya no existen. Las calles  se llenan de personas que no paran de mirar en sus holoteléfonos las imágenes de otras personas decidiendo quién es bonito y quién no. Lo más interesante de todo, es que no toman una decisión basándose en la personalidad de la persona, sino que, ya con parámetros de belleza establecidos por la misma sociedad con ayuda de las corporaciones publicitarias,  se basan en el cuerpo, el rostro y las facciones. Algo, sinceramente, muy artificial.

Y ¿qué puedo esperar de un mundo que se ha vuelto tan artificial? Conforme fueron pasando las décadas a nuestros abuelos ya no les importaban la desaparición de las especies, de los bosques, de los ríos y lagos.  En cambio estaban concentrados en sus mundos cibernéticos, haciendo todo lo posible por parecer interesantes y atraer la atención de todos. Sin embargo, ahora es mucho más despreciable la manera en que se eligen. Buscan en las páginas de personas solteras, todas están solteras; nadie se quiere comprometer. El concepto de familia murió hace más de cien años atrás y son pocas las personas que continúan esa arcaica tradición.  Las personas que se atraen mutuamente, en ya mencionadas páginas, ubican un encuentro y simplemente sacian el apetito sexual, cosa que toda compañía aprovecha para meterse unos cuantos créditos en el bolsillo. Así es el mundo ahora, y estoy segura de que en cien años más, será peor. No me mal interpreten, no soy pesimista, pero no le veo mucho futuro a los hijos nacidos por la ciencia genética.

Una vez leí un libro muy antiguo. No recuerdo el título, pero era algo sobre el amor. Los protagonistas se conocían más a fondo y empezaron a atraerse poco a poco hasta que se hicieron amigos y luego se casaron. Nunca entenderé cómo pudieron enamorarse sin antes haberse atraído físicamente. ¿Qué era lo que veían para sentir el amor?

Mis pensamientos vagan absurdamente entre esas dudas. ¿A dónde se fue el romance? ¿Dónde está el amor que evita que las personas sean tan frías y despiadadas?

Me tomó varios días llegar a una conclusión. Y es que nos quitaron el tiempo, las ganas de pensar, las ganas de ser libres; ser libres es tedioso, hay que hacer muchas cosas para conseguirlo. Nos quitaron las ganas de desligarnos del sistema y de criticarlo. Nos quitaron las ganas de amar y de ser amados. Poco a poco ese concepto desaparece gracias a ideas idiotas de enaltecer la belleza y el ego. Ahora, lo importante es el atractivo, es quién tiene el pecho más grande, las caderas más finas, los labios más carnosos, los ojos más atractivos. Y si en tal caso no tienes nada de esto, pues las corporaciones tienen la solución para ti, solo debes gastar créditos.  Así es, la solución  es endeudarte en un mundo en el que se supone que debías nacer libre, pero simplemente somos ovejas marcadas por nacionalidades, razas y estatus social. Nos han quitado el amor, y por ello, estoy segura que nos han quitado la humanidad. Estamos vacíos por dentro. Las pastillas nos mantienen vivos para seguir produciendo y seguir consumiendo.
¿Qué es el amor? Follemos hasta saciar este deseo animal que ningún laboratorio y ninguna corporación han podido eliminar de nuestra genética. ¿Hacer el amor? Follemos sin mirarnos a los ojos, pensando en nuestra propia satisfacción y en lo que le diremos a la próxima o al próximo que penetremos o nos penetre.

¿Romance? Es linda, es lindo. Tiene buenos atributos, los pensamientos no importan y mucho menos lo que siente el alma. ¿Qué alma? Estamos vacíos. O tal vez, solo estamos llenos de basura. Nos desligaron de la Tierra. El piso de concreto ha evitado que me conecte con la Madre Naturaleza para descubrir mi humanidad, mis orígenes.

Ya no puedo soportarlo, ya no me importa nadie. Absolutamente nadie. Odio este mundo, odio mi suerte y odio el amor. De todos los humanos que habitamos esta metrópolis, fui la desafortunada que decidió enamorarse de una persona. Una a la que he visto compartir su cuerpo con otros más. Esto es sofocante, nadie me enseñó a soportarlo y no tengo fuerzas para hacerlo, no ahora, ni mañana, ni nunca. La vida es un juego o un mal chiste; es todo menos vida.
Es todo menos vida. 

Tengo una linda vista. Aunque el olor es asqueroso. La brisa que choca contra mi cara está impregnada con la contaminación de cientos de industrias y fábricas. Es asqueroso. Me siento mal por ser parte de esto; de nuestra autodestrucción. No piensen que soy pesimista, pero si lo soy. Sin amor nada es o será bueno. Nuestras acciones se perderán en la monotonía y seremos recordados solo como carbón para mover el tren a ninguna parte. Porque pensamos que estamos avanzando, solo que no tenemos idea a dónde lo hacemos y es que, simplemente, no hay ningún lugar al que llegar, no hay ninguna razón real que nos motive a nada. Seguimos siendo el carbón que queman en el fuego para mover este tren llamado vida.

No tengo tiempo. La altura es perfecta para terminar con todo esto. ¿A dónde iré? No me importa. Solo espero no volver a nacer aquí, o simplemente, no volver a nacer. No quiero continuar estando en el mundo vacío  lleno de basura. Sí. La altura es perfecta.